Mejora tu comprensión lectora en español

Table of Contents

1. Introduction
2. El primer hogar
   • Descripción del prado
   • La laguna de agua clara
   • Los árboles y la sombra
   • La casa del amo
3. La vida junto a la madre
   • La importancia de la leche materna
   • Correr junto a la madre de día y descansar de noche
   • Disfrutando del calor y el frío
4. El crecimiento y la independencia
   • Comenzando a comer pasto
   • La madre trabajando de día y regresando al anochecer
5. Jugar con los otros potros
   • Descripción de los otros potros en el prado
   • Divertidos juegos de galope
   • Algunos juegos bruscos
6. Los buenos modales
   • Conversación de la madre con el potro
   • La importancia de ser bien criado y de buena raza
   • El reconocimiento del padre famoso
7. El consejo de la madre
   • El carácter sabio de la madre y su estimación por el amo
   • El nombre de la madre, duquesa
8. Conclusion

El Primer Hogar

El primer lugar que recuerdo bien era un prado vasto y placentero con una laguna de agua clara. Algunos árboles proyectaban su sombra sobre esta laguna, creando un ambiente tranquilo y refrescante. En las profundidades de la laguna, crecían juncos y lirios, añadiendo un toque de belleza natural. Desde un costado del prado, se Podía contemplar un campo arado, mientras que desde el otro lado se podía ver la entrada de la casa del amo, situada a la vera del camino. En la parte Alta del prado, había una plantación de abetos, y en la parte baja fluía un arroyo serpenteante entre empinadas riberas.

La Vida Junto a la Madre

Durante mi juventud, dependía completamente de la leche de mi madre, ya que no podía comer pasto. De día, corría a su lado, explorando el prado y disfrutando de su compañía. De noche, me acurrucaba cerca de ella, sintiendo su calidez y protección. Cuando hacía calor, solíamos descansar junto a la laguna, disfrutando de la sombra fresca de los árboles. Y cuando hacía frío, nos refugiábamos en el acogedor cobertizo cerca de la plantación, donde el calor nos mantenía cómodos.

El Crecimiento y la Independencia

Conforme crecí lo suficiente como para comer pasto, mi madre comenzó a salir a trabajar de día y regresaba al anochecer. Fue un momento de transición, en el que aprendí a valerme por mí mismo y a independizarme gradualmente de mi madre. Aunque extrañaba su constante presencia, entendía que era necesario para mi crecimiento y desarrollo.

Jugar con los Otros Potros

En el prado, había seis jóvenes potros además de mí. Algunos eran mayores que yo y casi tan grandes como caballos adultos. Solíamos correr juntos y divertirnos muchísimo. Nuestros juegos consistían en galopar alrededor del campo a toda velocidad, disfrutando de la sensación de libertad y adrenalina. Sin embargo, a veces nuestros juegos se volvían bruscos, ya que a los otros potros les gustaba morder y patear tanto como galopar.

Los Buenos Modales

Un día, cuando las patadas y mordiscos entre los potros se hicieron más frecuentes, mi madre me llamó con un relincho para darme un importante consejo. Me explicó que los otros potros, aunque buenos de corazón, aún no habían aprendido buenos modales debido a su naturaleza de caballos de tiro. Sin embargo, como yo provenía de una raza distinta y había sido bien criado, ella esperaba que creciera siendo amable, respetuoso y educado. Me Recordó el renombre de mi padre en esos parajes y los logros de mi abuelo en las carreras de Newmarket, destacando también el excelente carácter de mi abuela. Concluyó con la esperanza de que nunca aprendiera malos modales y siempre mostrara un comportamiento noble y gentil.

El Consejo de la Madre

Recordaré siempre las palabras de mi madre, una yegua vieja y sabia, muy querida por nuestro amo, quien solía llamarla "Bonita" a pesar de su nombre real, Duquesa. Su consejo de trabajar de buena gana, levantar las patas al trotar y nunca morder ni patear, no solo resonaron en mi joven mente, sino que también se convirtieron en el pilar de mi comportamiento a medida que crecía. Mi madre me enseñó los valores de la nobleza y la amabilidad, y siempre me guió por el camino Correcto.

Conclusión

El prado, la laguna, mi madre y los demás potros del prado fueron testigos de mi crecimiento y transición hacia la independencia. Siempre recordaré mi primer hogar y las lecciones valiosas que aprendí allí. Las palabras sabias de mi madre me acompañaron a lo largo de mi vida, ayudándome a convertirme en un caballo amable, respetuoso y bien criado. Mi historia no termina aquí, pero este capítulo de mi vida marcará siempre un lugar especial en mi corazón.